Perfect days, el arte, la curvatura del alma
¿Se puede estar solo hoy? ¿La muerte es un gran estar solo o es un estar con otros? ¿La soledad japonesa es más sola? Japón es el país de los otakus, que hacen de la soledad un arte de vivir. El país donde nacieron el judo y el sumo, dos artes marciales que consisten en abrazarse. Es una isla y la soledad es sentirse en una isla.
A una película le pido que me toque, que me conmueva de alguna manera. Una regla general: cuanto más lenta o más rápida es una película menos me conmueve. Tiene que tener una velocidad justa, y creo que esto es lo más difícil de lograr en cine.
Perfect Days tiene momentos bellos, tiene una fotografía bella. No es fácil hacer una película sobre la soledad, y esta es una buena película sobre la soledad. Quizás me conmovió porque el protagonista es un hombre sin hijos, y con una relación particular con su sobrina. Quizás porque soy un esteta o porque idealizo a Japón. O casi seguro por una suma de todas estas cosas. Y por otras que no termino de racionalizar.
Lo primero que pensé es que es una película de gente sin teléfonos. Casi sin marcas de época, y los teléfonos son nuestra gran marca de época. Eso puede ser interpretado de dos formas:
- Como una resistencia un poco camp hacia la modernidad súper conectada (diciendo: “Hay un tipo de belleza en la contemplación que se están perdiendo!“).
(Esto es algo que yo comparto y una de las razones por las que me gustó la película. Que parece decirnos: en el fondo estamos solos, y sabemos que los teléfonos también van a terminar, y eso es algo que no sabemos si será bueno o malo pero hay belleza en esa conciencia nuestra banalidad histórica).
- Otra es que la película que esté gritando: “La vida es, o era, mejor así”, con una especie de nostalgia un poco decrecionista de una vida sin teléfonos y con un trabajo de mierda.
(Y en esto no estoy de acuerdo. Ni con el decrecionismo ni con la nostalgia. La vida no era mejor así. El presente ya está lo suficientemente lleno de pasado. Y lo arcaico y lo futurista se insertan también en nuestro tiempo. El pasado era bastante peor. Nunca acepto la nostalgia, el día que la acepte quizás haya llegado la hora del corchazo).
Un amigo escribió que es una película con nostalgia de un orden que ya no va a volver: un empleador copado que te hace limpiar baños que en realidad ya están limpios, las posibilidades que te da un laburo pancho, tranca, estéticamente lindo. Y que celebra el individualismo y la incomunicación contemporáneas disfrazándose de melancólica. Otros dijeron que es una película que jamás miraría la gente que realmente limpia baños. Me parecen críticas atendibles y puedo pensar que tienen razón.
Pero a pesar de eso me gustó la película, porque está claro que nos gusta lo bello o lo que nos conmueve. Y que lo que nos conmueve y principalmente se vincula a nuestros anhelos y a nuestros traumas no es algo necesariamente bueno ni que va a ayudar a ninguna revolución.
Si uno puede pensar al arte como algo sucio que te sumerge en lo contemporáneo y te ilumina y te ayuda a pensar categorías nuevas para que tu pobre cerebro maltratado principalmente por vos mismo pueda contribuir microscópicamente al progreso humano -esa es la hipótesis progresista que yo por supuesto apoyo porque soy progresista- no se si Perfect Days es una gran película. Pero sin embargo me conmovió, y eso también es algo que suele generar el buen arte: un guante capaz de tocar las fibras que están más allá de lo que se puede decir, de estimular una especie de curvatura en la mirada, una luminosa miopía del alma.
Esto no va a ser demasiado frecuente así que suscribirse es de bajo riesgo